
Instalada en países con bajos niveles de desarrollo que se dedicaban casi exclusivamente a la agricultura y la exportación de monocultivos, la empresa funcionaba a través de verdaderos enclaves industriales donde se proveía de todo lo necesario para que el circuito productivo funcionara. Además de las tierras y los ferrocarriles, la UFCo poseía las viviendas de sus trabajadores, sus escuelas y sistemas de salud, llegando incluso a desarrollar investigaciones científicas sobre la viruela y la malaria para hacer más expedita la producción. “Como culminación [de los monopolios de
Además de los factores productivos, la UFCo desarrolló vinculaciones de todo tipo con los gobiernos oligárquicos de los países donde funcionaba: redes familiares con las oligarquías locales (como el matrimonio de Keith con la hija del presidente de Costa Rica), presión política a través del gobierno de EEUU e intervenciones militares y financiamiento de grupos mercenarios y paramilitares.
La UFCo poseía toda la línea productiva de la banana, hecho facilitado por las estructuras económicas y sociales de los países centroamericanos que permitían la obtención de grandes márgenes de ganancia: la acumulación de tierras en grandes latifundios, los bajos costos de la explotación laboral facilitada por las -¿inexistentes?- leyes laborales, además de la existencia de verdaderos "paraísos fiscales" para los inversionistas, que hacían que hacia 1920 la explotación de las bananas fuera un próspero negocio que modificaba profundamente las sociedades locales y se posicionaba sólidamente en la sociedad norteamericana.
[1] (Cardoza y Aragón, 1955) citado aquí.
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