sábado, 1 de diciembre de 2007

Interludio: "Mamita Yunai, el Infierno de las Bananeras"

"No lograron, entonces, domar la Raza, ni los habilidosos frailes con sus escapularios y oraciones, ni los valientes soldados de España con sus espaldas, arcabuces, cascos y corazas.

La doma, el embrutecimiento del indio, la destrucción de la raza bravía, quedo para otros conquistadores mil veces menos valientes, pero infinitamente mas crueles y rapaces que aquellos españoles ¡y más arteros!: para los conquistadores imperialistas yanquis, secundados por sus criollos serviles. Y para otros tiempos: para los gloriosos tiempos de la República Democrática y Libérrima.

Los gringos de la United no trajeron arcabuces ni corazas. Trajeron muchos cheques y muchos dólares para corromper a los gobernantes venales y adquirir perros de presa ente los más destacados hijos del país.

… Y el plácido y tranquilo valle de Talamanca se estremeció al paso de la jauría azuzada por los yanquis, que no llegaron en pos del legendario Tisingal. No. Querían tierra y hombre-bestias que la trabajaran. Y ya los pobres indios no pudieron contener el avance de la “nueva civilización”. Llorando con impotencia vieron abatirse las montañas seculares, en donde por tantos siglos la Raza Heroica había cantado su canción de libertad. Y ardieron sus palenques, se destruyeron sus sembrados y se revolcó la tierra en que dormían los huesos de sus bravos guerreros. (¿Buscaban esmeraldas fantásticas? No. Se iba a transformar el jugo de la tierra en bananos y en cacao que luego cambiarían por oro legítimo en los mercados extranjeros.)

La Raza, vencida al fin, remonto el río y fue a esconder su dolor al corazón de las montañas. Y allí la fue a acosar la jauría, que logro regresar a muchos infelices por la fuerza o con el cebo del aguardiente. ¡La frutera necesitaba esclavos para sus nuevas plantaciones!

Entró la locomotora y sacó millones y millones de frutas para los oriundos. Y mientas en la capital de la República los criollos imbéciles o pillos aplaudían la obra “civilizadora” de la United, en Talamanca corría el guaro y el sudor y la sangre también.

Pero al poco tiempo la tierra se canso de dar bananos y ya el cacao no significo nada para los yanquis. Entonces estos levantaron sus rieles, destruyeron sus puentes y, después de escupir con desprecio sobre la tierra exhausta, se marcharon triunfalmente hacia otras tierras de conquista. Se marcharon arruinando hasta a los criollos ingenuos que, creyendo poder medrar a la sombra de la bota yanqui, habían plantado sus tiendas en la región.

Y volvió el silencio al valle de Talamanca; pero un silencio de muerte. Se fueron los gringos y sus secuaces, pero no regresaron los indios."

Carlos L. Fallas, Mamita Yunai: El infierno de las bananeras, Segunda edición, Editorial Platina Buenos Aires, 1956, p.68-69

1 comentario:

Marielos estresaditica dijo...

Excelente página ojalá y puedas seguir investigando y compartiendo esto pues es muy valioso para entender la historia de Centroamerica.